¿Seguimos aquí?
Me he arrastrado entre ocho reuniones en este día de marzo para apersonarme en este teclado a existir.
Un regalo. Auto regalo.
Después de varios movimientos parece que nos vamos a mudar al depa al que le pusimos ojo desde el principio de toda nuestra búsqueda hace meses. ¿Será que tuvimos que darnos toda la vuelta “a la manzana” para asimilarlo y cuestionarlo de todas las formas posibles hasta convencernos que sí?
No hay depa perfecto
Es bastante curioso pensar en todas las razones por las que no lo tomamos y que ahora parecemos ir resolviendo con un “sin miedo al éxito” entonado al unísono.
Créanme cuando les digo que esa frase se ha vuelto casi un mantra cuando estás pintando paredes de colores que más de dos personas (que respetamos y queremos) califican de —por lo menos— algo audaz.
Pasan días y noches, y nos embarcamos en la nueva aventura de armar un depa. Pablo y yo armamos depas con más recurrencia que la media, creo. Hemos hecho giros, hemos replanteado, y la dinámica se nos hace conocida y telúrica. Agridulce como tantas cosas que valen la pena.
La verdad es que estoy aprendiendo a comprender la idea de “estilo” en este proceso. Podría decir con algo de certeza que el depa de Ciudad de México y el de Lima, tienen todo que ver con la estética construida en nuestro estudio y en nuestro, ahora, nuevo-depa.
Hay una línea que conduce las formas de resolver nuestros espacios que no ha hecho más que evolucionar. Me pregunto si puedo sentir esa misma sensación con mi ropa. Y creo que sí.
En fin.
Otras reflexiones
La semana pasada me convencí de que sentía mucha envidia. Y que sentía envidia de todas las personas que tienen lo que yo quería tener.
Dándole vida a un cliché, me hice la víctima. ¿Se pueden imaginar?
Si algo sé, bien entrada en mis treintas, es que necesito otras voces para procesar emociones. Buceando en este podcast que me han mandado alguna vez algunas amigas, encontré esto sobre la envidia.
Es querer que el otro no tenga lo que tiene para tenerlo yo.
No es querer lo que el otro tiene TAMBIÉN, sino querer que no lo tenga.
Esa es la clave y porque no habría envidia sana.
Y me di cuenta que no sentía envidia exactamente.
Por que realmente no quiero que le pase nada malo a las personas que “envidio”. Ni que no lo tengan para tenerlo yo. Es en realidad una necesidad de sentir pena de mí (ahí mi matiz de narcisismo detectado) porque no tengo lo que soñé que tendría.
¿Y, saben qué?
No se si no pude tener lo que quería o si me estoy colgando de los sueños de alguien más porque no estoy en la capacidad de soñar concretamente los míos.
¡Kabúm!
Lo comparto porque creo que es una linea delgada pero valiosa de entender para re dirigir bien esa energía y manifestar, hacer vision board asumir.

Último: recuento de hallazgos
Creo que haber quitado mis posts de Instagram me ha liberado de la idea de la grilla, con un formato donde mi historia personal se sentía encajonada y extraña. ¿Como si la vida fuera así de lineal, geométrica y predecible, no?
Este newsletter respira mucho más de mi.
En mis exploraciones encontré el paraíso de diseño que es Despacho Central, lo elevada y fina que puede ser la paleta de color de Gabuteau y la reflexiva muestra de la artista Claudia Coca en el ICPNA de Miraflores.



Nos vemos prontísimo en otro recuento y ganas de hacer sentido.
— prw